Al igual que en el estrés laboral, también en referencia al burnout podemos decir que el manejo equilibrado de las 10 habilidades presentadas contribuye a prevenir el riesgo de “quemarse”. Presentamos aquellas destrezas que pueden contribuir a su prevención de manera más directa.

Autoconocimiento

Para fortalecer nuestra autoeficacia, es fundamental conocer nuestras competencias y los recursos con los que contamos, así haremos frente a los requerimientos laborales. Conocer cuáles son nuestras fortalezas y debilidades, para reforzar aquellas y compensar estas, es un modo efectivo de afrontar nuestra responsabilidad profesional con realismo, superando expectativas fantásticas sobre los resultados de la actividad laboral.

Empatía

Prestar servicios (sociales, sanitarios, educativos, etc.) a otras personas es una situación de especial riesgo para sufrir burnout. Por este motivo cobra relevancia entender qué siente la otra persona, qué piensa, por qué demanda un servicio determinado, cómo valora la atención recibida… Ponerse “en los zapatos” de la otra persona no significa darle la razón, sino comprender sus razones. Así será más fácil manejar la relación de manera realista, alejada de enfrentamientos y ajustada a las finalidades de nuestro trabajo.

Comunicación asertiva

Comunicar de manera asertiva lo que pensamos, describir la situación que nos resulta inaceptable, el modo en que nos hace sentir y qué nos gustaría que sucediera en próximas ocasiones, es un modo efectivo de afrontar situaciones que, de otro modo, pueden generar burnout. Es una habilidad fundamental para ser competente en aquellas profesiones basadas en el contacto con otras personas.

Solución de problemas y conflictos

El burnout puede aparecer consecuencia de conflictos reales o imaginarios entre profesionales y personas usuarias, o consecuencia de un conflicto entre la persona que lo padece y su compromiso profesional. Aprender a prevenir, manejar y resolver adecuadamente conflictos y problemas, puede ser de gran utilidad a la hora de frenar la evolución del burnout y, en su caso, de tomar las decisiones necesarias para afrontar las situaciones que lo provocan.

Pensamiento creativo

Esta habilidad permite explorar nuevas soluciones a diversas situaciones de estrés, en lugar de mantener siempre la misma respuesta. Permite, del mismo modo, atender todas aquellas parcelas que pueden enriquecer nuestra vida fuera del trabajo: deporte, lectura, música, pintura, idiomas, yoga,… Tiene la misma importancia reforzar las relaciones personales y sociales, con la familia, los amigos, etc. En definitiva, cuando el trabajo es una parte de una vida rica en experiencias satisfactorias, resulta menos probable que, aún cuando se vivan en él experiencias negativas, éstas invadan toda nuestra vida.

Manejo de emociones y sentimientos

Esta habilidad supone un elevado poder preventivo en relación con el estrés y uno de sus posibles desenlaces, el burnout. Esta destreza es útil para aprender a navegar por nuestro mundo emocional y evitar que nuestros sentimientos contaminen las relaciones sociales en el trabajo. No se trata de evitarlas, sino de aprender a gestionarlas de un modo que tenga en cuenta los derechos de las demás personas.

Manejo de tensiones y estrés

Como hemos ido viendo, el síndrome de “estar quemado” es resultado de una situación sostenida de estrés, que se hace cada vez más intensa hasta acabar desgastando emocionalmente a la persona que lo padece. Es, por otra parte, una condición que refuerza el estrés previo, en la medida en que pensar en el trabajo se convierte para la persona “quemada” en una pesadilla. Aprender a sobrellevar y a canalizar positivamente el estrés, mientras se actúa para superar las causas que lo favorecen, ayudará a prevenir este síndrome.