Manejar adecuadamente las 10 habilidades para la vida definidas en esta página, contribuye a prevenir el riesgo de padecer estrés, y en general cualquier riesgo psicosocial, señalamos a continuación aquellas destrezas que pueden hacerlo de manera más directa.
Autoconocimiento
Una persona que se conoce a sí misma y confía en sus capacidades, cuenta con una mayor motivación para afrontar situaciones que puedan generar estrés. Cualquier persona puede desarrollar sus fortalezas y reducir sus debilidades, mejorando así su autoestima. Cuando una persona no sabe si dispone de las competencias adecuadas para afrontar sus exigencias laborales, puede sentirse ansiosa y desbordada emocionalmente. Para evitar el riesgo de estrés, conviene identificar y activar todos los recursos personales y sociales que pueden ayudarnos a resolver la situación.
Comunicación asertiva
La asertividad es útil para mantener relaciones saludables y enriquecedoras con compañeros, directivos, personas usuarias, empresas proveedoras, etc. Cuando las fuentes de estrés son factores laborales que amenazan los propios derechos (exceso de trabajo, exigencias desmedidas, horarios excesivos, remuneración inadecuada, etc.), esta habilidad ayudará a afrontar tales situaciones.
Relaciones interpersonales
Uno de los principales factores generadores de estrés laboral son las relaciones sociales. Relaciones que en el centro laboral se mantienen con los equipos de los que se forma parte, con los mandos intermedios y directivos de la organización, con proveedores, personas usuarias… Un déficit en el manejo de estas relaciones incrementará los niveles de estrés.
Toma de decisiones
La vida laboral puede verse como una secuencia de decisiones. Buscar trabajo en la administración pública o en la empresa privada, trabajar por cuenta ajena o emprender un proyecto propio, limitarse a cumplir las instrucciones recibidas de los mandos superiores o proponer iniciativas, seguir la inercia acerca del modo en que “siempre se han hecho las cosas aquí” o innovar… Tales decisiones están influidas por el contexto social que caracteriza nuestra vida (la inmensa mayoría de las personas no pueden, por ejemplo, decidir no trabajar), pero dejan abierto un amplio margen de libertad que puede utilizarse para transformar la realidad.
Solución de problemas y conflictos
El estrés surge cuando sentimos que no podemos hacer frente a los problemas, que los conflictos nos superan y que sólo podemos resignarnos a padecer su impacto. Aprender a manejar adecuadamente los problemas y los conflictos que de modo inevitable aparecen en la vida laboral (con las personas, con la actividad, con la situación laboral, etc.), es una oportunidad irrenunciable de cambio, de crecimiento personal y social y de aprendizaje.
Manejo de tensiones y estrés
Manejar con habilidad nuestro mundo emocional no significa evitar la ansiedad, el agobio o el malestar, porque a veces las situaciones objetivas a las que nos enfrentamos son generadoras intensas de estrés. Pero no estamos en una situación de indefensión ante el estrés, sino que podemos actuar ante él para prevenirlo, desactivarlo o, cuando menos, amortiguarlo. A veces, sin embargo, no quedará más remedio que intentar introducir cambios en el contexto que eliminen o reduzcan las fuentes de estrés.